Se avecinan días raros, dorados y odiosos. Días de consumismo desaforado. Jornadas extrañas de un falso sentimentalismo en las que las depresiones, la tristeza y la sensación de soledad, se agudizan.
Os regalo una pequeña historia, la de todos los días, esa que se cuenta con sólo mirar alrededor. La iremos desgranando a lo largo del mes.
"La mañana se despereza fría y coagulada. Se diría que rota, quebrantada en mil pedazos que congelan el rostro de la ciudad.
En la plaza, convertida hoy en pista de patinaje, se prolonga la noche y se entretiene el alba. El chorro de la fuente fría ha dejado caer algunas gotas de escarcha y, poco a poco, las estrellas se diluyen devoradas por una esquiva claridad; se retiran hacia algún confín extraño, demasiado alejado de la vista incluso para seguirlas. El trámite resulta lento, un poco más indolente cada día y los pobladores de los bancos, los habitantes del tresillo de madera, añoran el sol, la tibieza del otoño, el sofoco del verano con su estufa de carbón(...)"
Si queréis leer cómo sigue esta pequeña crónica, os remito a mi blog personal.
2 comentarios:
Foto impactante, muestra otra realidad. Petons.
Glòria
M'agrada llegir sobre realitats diferents, sobre vides que semblen invisibles en aquests temps.
Joan S.
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